Las encuestas de los diarios mienten. Y muchísimo. Y la Casen en la medida de lo posible. Y la Adimark en la medida de lo conveniente (Patricio Navia lo demostró, aunque nunca lo quiso decir claramente). Hay autores que dicen que vivimos en la sociedad de la farsa, pero en Chile nos lo hemos tomado en serio. Pero había todavía una gota de confianza que brillaba prístina y solitaria en medio del mar de dudas. Pasábamos por la calle Bulnes y estaban ahí los datos, dentro de un edificio sobrio en cuyo portal se lee Instituto Nacional de Estadísticas. Y los transeúntes veían entrar a los funcionarios a preparar para el país, en una cocina algo más árida que la de los restaurantes, la receta de la verdad o una aproximación suficiente. Y era así como, ajustes más o ajustes menos, mirábamos la palabra INE y confiábamos.
Uno creía en la Encuesta de Seguridad Ciudadana, aunque se escuchaba de presiones desde Palacio y los rumores sobre un tal señor Hinzpeter que estaba obsesionado (supuestamente) por bajar el dato, ya fuese metiendo presos a los delincuentes, a estudiantes o a encuestadores, que eso no le importaba mucho. Pero no era nada muy claro. Uno creía en la inflación, porque esto no es Argentina, pensábamos, y nadie imaginaría a un chileno maquillando datos. Creíamos que el fin de la Casen con Cepal y su paso al INE no sería tan grave, porque la institución era sólida, confiable y chilena. Pero las dudas han ido creciendo hasta transformarse en certezas. Sí, el INE miente. El siguiente es sólo un resumen. Y aunque nos esforzamos en que la síntesis sea breve, no ha sido fácil, pues son muchos antecedentes.
CAPÍTULO 1: ENCUESTA DE SEGURIDAD CIUDADANA (ENUSC)
Luego de que el sondeo dado a conocer en abril del año 2011, en pleno gobierno de la mano dura contra la delincuencia, arrojara un aumento de 2,9 puntos porcentuales en los niveles de victimización, el gobierno de Sebastián Piñera decidió tomar medidas. Por supuesto, reducir la delincuencia es una labor compleja, pero se puede acortar el camino. Fue así como se elaboró una “innovación metodológica” que tenía algunas curiosidades: cada persona que reportaba haber sido víctima de un delito debía hacer un relato de él. Luego un grupo de ‘expertos’ juzgaba si las personas habían reportado un delito “correcto”. Gracias a esta metodología, supuestamente capaz de filtrar los ‘verdaderos delitos’ de los falsos, el 2012 la victimización en hogares llega a la cifra más baja desde el 2005 con 26,3 %. Y entonces el Gobierno celebra la cifra (que a estas alturas es el modus operandi cada vez que el dato es raro, como en el festejo de Lavín con la cifra de pobreza). Y Piñera felicita a Carabineros en La Moneda, al tiempo que anuncia una nueva meta más ambiciosa: bajar la delincuencia al 25 %. Entonces, aparecen algunos parlamentarios denunciando cambios en la metodología y comienzan las dudas. Dijeron:
“El año 2011 una funcionaria de la Subsecretaría de Prevención del Delito decidió eliminar 91 preguntas de la encuesta, las que habían sido consensuadas por policías, fiscales, universidades y centros de formación” (Felipe Harboe).
“Hoy es mucho más difícil ser considerado víctima de un delito. Si le roban algo que no es de usted, no es víctima y eso es engañarnos a nosotros mismos. No es bueno ni sano que se alteren los instrumentos de medición porque afectan la comparabilidad” (Jaime Quintana).
Punto de vista similar asume Gloria Requena de ONG Activa, quien señala que desde el 2009 la encuesta varió en diversos aspectos, tanto en la representación en hogares, como en la cantidad de preguntas.
Luego de aquello, Chadwick defiende en La Moneda que “el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) expresó en una declaración pública que la encuesta ENUSC de 2012 es exactamente igual a la del año 2011. Son espejos. Y que toda la serie de la encuesta desde el año 2005 al 2012 utiliza la misma metodología, y son absolutamente comparables. Las ha hecho siempre el INE”. Pero el señor Chadwick parece no saber qué es exactamente un espejo.
Los casos aquí comentados hablan de una relación incestuosa entre el poder Ejecutivo y el INE. Irónicamente el gobierno promueve la idea del INE autónomo. Pero ya basta, el abuso de confianza de los académicos al INE, el mentir al país, no es tolerable. Es indispensable que los responsables se hagan cargo de sus faltas, que no son sólo errores, sino además manipulaciones.
CAPÍTULO 2: LA INFLACIÓN DESINFLADA
Este país parecía el paraíso en economía. El consumo crecía sobre el 7 % en 2012 y no había una gota de inflación. Las viviendas subían de precio, el consumo crecía muy por sobre la industria y la venta de materias primas, pero la inflación no aparecía. Los economistas se asustaban de que la economía estuviera caliente y la respuesta era simple: “no hay inflación” y se acababa la discusión. Porque la inflación es la madre de todas las calenturas económicas. Y mientras el gobierno se jacta de sus buenos datos, un número importante de economistas están sorprendidos del milagro. Hace algunos días, sin ir más lejos, Vittorio Corbo (ex presidente del Banco Central) dijo ser uno de los impactados: “Eso ha sorprendido al Banco Central y a la mayor parte de los analistas. En las proyecciones del BC la inflación regresaba al 3 %, pero no ha sucedido así”.
Mientras tanto, en el BCI tampoco les calzaban las cifras y decidieron analizar los datos que el INE había preparado. Fue así como se encontraron con productos obsoletos en el mercado (un computador Pentium 2, por ejemplo). Argumentaron con elegancia y economía en las palabras que el Instituto Nacional de Estadísticas tiene indudables problemas para “capturar calidad y obsolescencia”. O en buen chileno, que evalúan productos malos y/o del pasado algo remoto. Y, claro, las cosas malitas son más baratitas. Y las cosas que ya no se usan, se venden a precio de chatarra. El misterio de la transubstanciación se ha percibido en que los precios de importación en pesos han sido relativamente estables, en tanto los precios INE han caído. Es decir, las prendas de vestir sólo caen de precio en Chile, o mejor dicho, en los datos de Chile, el país del milagro en América Latina. Y es raro porque todos los países importan desde los mismos lugares.
El influyente banco norteamericano Morgan Stanley se suma al cuestionamiento del BCI, y dice que las cifras de inflación no cuadran. Un problema con la metodología “explicaría parte de esta paradoja que por un lado el desempleo está a mínimos históricos, sueldos disparados y al mismo tiempo una inflación por debajo de 2 %”.
Aunque, la semana pasada se dijo que pondrán a expertos a evaluar la metodología y en febrero de 2014 actualizará la base de datos del IPC, el director del INE Francisco Labbé tuvo que salir a defender las metodologías usadas y defender la institución. De hecho, parte de la estrategia ha sido desacreditar al autor del informe del BCI, pero tiene poco sentido porque no es el único que tiene los reparos. Se suma también, el destacado economista Tomas Izquierdo, de la consultora Gemines. Pero la cosa se ve mal para el instituto estadístico, puesto que el FMI, en base a una copia del informe del BCI, está haciendo una evaluación.
Con un manejo político envidiable, el INE inventó una nueva tesis para gestionar crisis y decidió que a río revuelto, es mejor hacer olitas. Y despidió a la subdirectora técnica Marcela Cabezas. Diversas fuentes del organismo aseguran que su partida no está relacionada con el cuestionamiento de los datos, lo que suele ser una manera de decir lo contrario. Seis jefes de departamento y cinco coordinadores enviaron una carta al director (con copia a quien quiera leerla), en claro tono de impugnación, señalando los errores del director, la gravedad de sus formas de operación dentro del INE y su descriterio con las metodologías. El director ha quedado en la línea de fuego y la pregunta que surge es obvia: ¿puede ser el director el exclusivo culpable de la situación?
CAPÍTULO 3: EL CENSO 2012, DE RADIOGRAFÍA A FOTOCOPIA DE BAJA CALIDAD
Un censo es un recuento de todos los elementos de una población. Por definición, censar un colegio es tener ingresados en un registro los datos de cada estudiante. Para la gestión administrativa de una comunidad política, de un Estado, por ejemplo, el censo es decisivo para construir políticas públicas. Otorga información relevante para fijar prioridades a partir de diagnósticos ciertos y es decisivo para el diseño del país. Pues bien, el último censo en Chile es un desastre y se están sacrificando diez años de certezas en políticas públicas, las que tendrán que ser diseñadas con una visión borrosa, a menos que se repita el censo.
¿Por qué este último censo es de tan baja calidad? Se modificó, otra vez, la metodología, pero nuevamente por las razones equivocadas. Por supuesto, todo el tiempo nos dijeron que la nueva metodología era mejor. Los reparos que se pueden plantear fueron dichos antes del Censo, pues era evidente, ya que por definición un Censo cuenta a todas las personas y éste estaba pensado para contar una muestra, como una encuesta gigante. La razón para esto fue pedestre. Los censos de hecho requieren un ejército de miles de voluntarios que apliquen el cuestionario en una jornada muy intensa. Normalmente lo hacen profesores y estudiantes, pero dada la existencia de las movilizaciones en 2011, meter a los estudiantes en el proceso censal le pareció al gobierno otorgar una capacidad de chantaje al movimiento. Para decirlo en simple, si en las otras encuestas el gobierno cambió la metodología por dar mejores resultados para fines políticos, aquí lo hizo por temor a pasar por el desaguisado de fracasar. Y ante el dilema, inventaron la rueda. Pero esta rueda no da la vuelta. Y aparecieron los problemas.
Vamos a los detalles. Bastará ver las tablas publicadas por el INE para darse cuenta del desastre en los datos.
Veamos el ejemplo de dos comunas con evidentes problemas en sus datos. En el caso de La Florida, resulta que el Censo 2012 detecta que en los últimos años su población disminuyó. Es decir, una de las comunas emblemáticas por crecimiento y que sistemáticamente exige mayores niveles de conectividad, resulta que en realidad se achicó. Pasa lo mismo con Calama. En estos años el precio del cobre ha crecido mucho y se está explotando cada vez de modo más intensivo. Mucha población migra hacia las zonas mineras. De hecho, en Calama se han otorgado permisos para más de 13.000 viviendas entre 2002 y 2011, y hay 39.000 patentes que renovar. Pero el Censo dice que en Calama sólo aumentaron 1.500 personas en estos diez años, es decir, se aprobaron diez veces más viviendas que nuevos pobladores.
El asunto es simple. En el INE le sacaron una foto a Chile y les salió una extraña combinación de la fertilidad alemana, la proporción de hombres de país en guerra y la población de La Florida de hace 11 años. Por cierto, los datos nos dicen cosas tan formidables como que uno de los países con más migrantes viviendo en Chile es El Salvador, que tendría en Chile más migrantes que México, Alemania, China o Uruguay. Pero al parecer el error fue que sumaron las pocas decenas de migrantes de ese país con el más masivo número de habitantes del campamento minero El Salvador. Notablemente entonces se puede descubrir que los salvadoreños que viven en Chile suelen ser hinchas de Cobresal.
La foto está tan mala que el censo comunicó que hay 16.6 millones de habitantes en Chile. Cuando Piñera dijo “las cifras censales hablan de 16.634.603 chilenos, pero la verdad es que me atrevo a anticipar que cuando culminen esos procesos de compatibilización y de revisión, vamos a concluir que en Chile somos más de 17 millones de chilenas y chilenos”, muchos pensamos que era una nueva ‘piñericosa’. Pero cómo estarán las cosas que el Presidente tiene razón y el INE no. Probablemente la cifra definitiva sea de 17.300.000 personas. Pero, ¿cómo comunicarla? ¿Cómo se entrega una fe de erratas de la población total del país en un censo? Por la carta de los funcionarios del INE se ha sabido que el director está convencido que el censo no sirve para contar gente, pero a decir verdad se equivoca. Un censo sin contar la gente es como jugar fútbol sin arcos.
Lo anterior induce a pensar que el Censo 2012 puede tener una omisión mucho mayor a la declarada por el Ministro, quien ha señalado que éste tuvo una cobertura histórica del 98,34 %, cuando en realidad parece ser innecesariamente caro y el peor a la vez. Por lo demás, vale la pena señalar que la omisión se calcula en base a las personas y nunca en base a las viviendas que es la estimación de cobertura que alude el Director del INE, el ministro y el Presidente.
La metodología tiene infinitos errores. Algunos de ellos no se pueden corregir. Como una persona en el hogar podía contestar por todo el resto, las declaraciones étnicas o religiosas dependerán de la respuesta que dé quien estaba en casa cuando pasó el encuestador (porque en realidad se aplicó una encuesta gigante). La distorsión al respecto es evidente: la abuelita tiende a insistir en que a pesar de los comentarios que hace, su nieto es católico; y el padre que contesta que es blanco, dudará en decir que su hijo se considera indígena por asumir que es información inconsistente.
Respecto a los aspectos demográficos, todavía los expertos están sorprendidos. La relación hombres-mujeres se puede ver a través del Índice de Masculinidad (IM=hombres/mujeres*100) y en este Censo se entrega como resultado un IM 94.95, mucho más bajo que en el censo anterior, que fue de 97.1, es decir un descenso de más de 2 hombres por cada 100 mujeres ¿por qué podría suceder esto desde el punto de vista demográfico? ¿Murieron considerablemente más hombres que mujeres? ¿Nacieron considerablemente más mujeres que hombres? ¿Llegaron mucho más mujeres migrantes que hombres? ¿Se fueron del país más hombres que mujeres? Nada de esto ha acontecido. Siempre está la hipótesis de que los hombres de Chile estén participando en una guerra con los vecinos. Pero eso, al menos todavía, no parece estar ocurriendo. Simplemente los datos están malos. El IM se cae en todo el país, pero los casos dramáticos son 3 regiones, en la II, XI y XII. Es muy probable que siendo comunas extremas, el problema sea de levantamiento de los datos.
Además, hay contradicciones entre la encuensta Casen y el Censo 2012. Por ejemplo, en este último cayó muchísimo el número de hogares allegados (viviendas con más de un hogar), de un 4.9 % en 2002 a menos de un 1.8 % en 2012. Pero la tendencia en las encuestas Casen es justamente la inversa.
Un asunto bastante dramático es el cálculo sobre la tasa de fecundidad. Se habla de 1.45 promedio de “hijos por mujer en edad fértil” (pág. 16 de “Resultados Censo 2012”), cuando los cálculos de diversos expertos señalan que la cifra es ostensiblemente superior. No estamos con la fecundidad de Alemania, para ser más precisos, aunque el Censo quiera convencernos de ello. Al parecer, en la página web se han hecho correcciones, porque se había visto que hasta el viernes 5 de abril, en la página 143 del informe de resultados se señalaba que había más de un millón cien mil casos de fecundidad no declarada, y luego, a partir del lunes 8, aparecen poco más de doscientas mil. ¿Cómo se cambia eso? ¿Se modifica la página o la base de datos? ¿Y cómo se modifica la base de datos?
CAPÍTULO 4: LA ‘AUTONOMÍA’ DEL INE
Pero no se preocupe que, para solucionar todos los problemas que el INE ha acumulado, ya se tiene la fórmula. Mucho se ha hablado de reestructurarlo y hacerlo ‘autónomo’, que básicamente es lo mismo que decir que se va a cuotear políticamente, dando pluralismo siempre dentro del duopolio político que gobierna Chile. La solución es evidentemente miope ante los problemas que se tienen, bastante básicos y que revelan la enorme incidencia de factores políticos en las decisiones metodológicas. Eso no se resolverá con la nueva institucionalidad, será simplemente ganar tiempo. El INE ha sido una institución confiable hace no tanto tiempo y los problemas actuales no tienen que ver con lo vetusto de la institucionalidad, sino con las precariedades de la política.
Los casos aquí comentados hablan de una relación incestuosa entre el poder Ejecutivo y el INE. Irónicamente el gobierno promueve la idea del INE autónomo. Pero ya basta, el abuso de confianza de los académicos al INE, el mentir al país, no es tolerable. Es indispensable que los responsables se hagan cargo de sus faltas, que no son sólo errores, sino además manipulaciones. Este tipo de temas no suelen ser de gran importancia para la ciudadanía, pues están lejos de lo que cotidianamente nos preocupa, pero al menos sí debe mover al mundo académico y de las políticas públicas a ser mucho más intenso en la exigencia de datos públicos de calidad. Las medidas por tomar deben ser radicales. Una comisión ad hoc debiera formarse para analizar si el Censo 2012 está en condiciones de ser usado o si es necesario repetirlo. Y no es descartable que la institución que se requiera sea un panel de académicos de todo Chile que supervise la producción de datos oficiales. Es otro rol que razonablemente debiera tener un sistema universitario público.